06 noviembre 2010

Manifiesto inesperado: A favor de Ismael Serrano

Desde luego con entradas como ésta no vamos a situarnos en la vanguardia de la blogosfera musical, pero si esto no es transgresión, no sé qué lo es. Me planto frente al teclado para venir aquí y decir bien alto que yo me compraba los discos de Ismael Serrano (tengo cinco) y que, no solo no me avergüenzo, sino que lo reivindico.

Recuerdo con claridad mis primeros dos discos “propios”, pedidos como regalo de Reyes a la edad de doce años. Se trataba de dos flamantes novedades discográficas del '97: Nos vemos en los bares, de Celtas Cortos y Atrapados en azul, disco debut de Ismael Serrano. A mí (nada objetivo) entender, dos elecciones magníficas y desde luego, dos discos a los que les tengo mucho cariño.



Diseño genuinamente 90's

¿A qué viene esto ahora? Contestaré con extraordinaria precisión: lo que me ha decidido a escribir este post es una escena concreta del estupendo Museo Coconut emitido el pasado lunes (como sabéis, la nueva sitcom de los chanantes). En ella, Raúl Cimas llama por teléfono a una compañía, le ponen en espera, y en el hilo musical se oye una voz chirriante cantando algo como “Papá...cuéntame...”, con la consiguiente reacción de Cimas: “¿Ismael Serrano? Ya llamaré mañana”. Y cuelga entre las risas del público. Esto me molestó, igual que me molestó que la divertidísima Pagafantas se cerrara con un chiste barato a costa de Enrique Búnbury. Y me molestó, primero por falso y forzado (ninguna empresa pone a Ismael Serrano en su hilo musical de espera) y segundo porque esa elección de canción concreta representa perfectamente los equivocados prejuicios contra su figura.

Papá, cuéntame otra vez fue el primer single de su primer disco, la canción que le dio a conocer. Ya sabéis de qué va: un hijo le pide a su padre que le cuente batallitas de su juventud revolucionaria. Una letra que, quizá por falta de pericia del autor, quizá por culpa del público, nunca se comprendió en todo su sentido. El propio Ismael lo explica mejor que nadie:

Se trata de una bronca generacional, un reproche para aquellos que creyeron que pidiendo lo imposible eran realistas (...) pero que finalmente, se convencieron de que crecer conllevaba una renuncia y abandonaron ciertas batallas dándolas por perdidas. (...) Me sorprendió que mucha gente no acertara a ver la ironía que empapaba ese “cuéntame otra vez”.

Compusimos esta canción al observar que mucha de la gente que se vanagloriaba de haber tenido una juventud de lucha e ideales había cambiado las hermosas consignas del 68 por otra muy diferente: renovarse o morir, y de la misma forma que hablaban con ilusión, nostalgia, condescendencia de aquellas utopías que como un virus de juventud se llevó el tiempo, (...) eran capaces también de loar las bondades del neoliberalismo y de la globalización atroz con que se despedía del viejo siglo XX. La canción, aún siendo un ejercicio de memoria necesario, no era un arrebato de nostalgia.”


"Qué sí, coño, que no lo pillásteis"

Poco importa esto ahora, puesto que hace mucho que al cantautor de Vallecas se le ha colgado una despectiva etiqueta de tipo anclado en el pasado, cubriéndose de polvo, añorando cosas que no vivió. Un sambenito tan burdo como falso: es un hecho más que habitual que las portadas de los periódicos, cargadas de actualidad, me remitan mentalmente a las canciones de Ismael Serrano. Tengo ejemplos a puñados:

Si se habla de la situación en el Sáhara, ahí está Un hombre espera en el desierto. (Desde los acantilados de Bojador cantan las olas: / “basta ya de derrotas" / El hombre del desierto esperó demasiado).

Si hay polémica por las tumbas del Valle de los Caídos, pienso en la emocionante historia del anciano de Al bando vencido. (Ni un momento, ni un recuerdo / para los que perdieron, los que construyeron / la tumba, el mausoleo / de la miseria, del carnicero).

Leyendo sobre el juicio a guardias civiles por torturas, enseguida me viene Atrapados en azul (Las cámaras nunca recogen / lo que sucede en la celda / entre uno y otro furgón).

Cuando el CCCB y, posteriormente La Casa Encendida programaron una exposición sobre los quinquis de los 80 en el cine y en la prensa para deleite de la modernidad (Susu y yo fuimos), yo ya tenía en la cabeza la Elegía al Vaquilla (Vencido rey del volante / no reponen ya tus cintas / en la vieja filmoteca).

Y qué decir de las tan en boga proezas sexuales de Sánchez Dragó, ya recogidas con nombre y apellidos en Yo quiero ser muy promiscuo (Yo quiero ser muy promiscuo / como el eximio escritor / y fiel votante del PP / Fernando Sánchez Dragó / que ha gozado de mujeres / no de una sino de un millón / y cada una diferente / que creo que es mucho mejor).

Joder, si hasta en el último post sobre Charly García estuve a punto de citar Buenos Aires 2001 (Los autos pasan lentos como una manada de elefantes / en lo oscuro una mujer me ofrece mate / y Charly salta por mí desde un rascacielos).


No sigo porque me doy cuenta de que ya estoy bastante cansino, pero quería dejarlo claro. Todos los enlaces que he puesto son de noticias recientes, pero el que quiera puede seguir pensando que Ismael Serrano canta sobre Mayo del 68. El problema es que parece ser que sienta mal que Ismael nunca haya pretendido ser moderno, de hecho le gusta citar a Cortázar con eso de que “no hay que confundir actualidad con modernidad” y hasta se anima a poner en duda la excelencia de la Movida madrileña, lo cual es verdaderamente excepcional en el panorama patrio.

Ismael Serrano se ha mantenido fiel a sus valores y a su estilo con perfecta sencillez y honestidad, y si eso es objeto de coñas pues qué se le va hacer. Yo desde luego pasé muchos años escuchándole y de hecho llegué a perfeccionar la imitación de su forma de cantar, de manera que el que me escuchara reconocía que era una canción suya aunque jamás la hubiera oído. Cierto es que hablo en pasado porque escasísimos son los artistas que te acompañan durante toda tu vida, y porque sus últimos discos me han parecido flojos. Pero resulta que el otro día me dio por volver a sacar Atrapados en azul de esa librería que tiene más de seiscientos discos y en la que él se instaló discretamente antes que todos los demás, con sus fotos del libreto tomadas en la estación de autobuses de Talavera de la Reina.



Toma giro personal al blog. Ismael y yo antes de que existieran las cámaras digitales.

Lo hice pensando que me traería recuerdos de mi época escolar, pero hete aquí que de pronto descubrí que las canciones me parecían nuevas, como si las oyera por primera vez. Y no porque hubieran cambiado, claro, sino porque el que he cambiado soy yo. Versos y temas enteros a los que antiguamente no había prestado atención me resultaron extrañamente cercanos. He estado oyendo sus primeros discos esta semana con esa sorprendente sensación hasta que me he dado cuenta de que hay una explicación evidente: son canciones que Ismael compuso cuando tenía la edad que tengo yo ahora. Nostalgia de los años buenos de la facultad, amigos que ya no ves, despedidas en aeropuertos, momentos críticos en las relaciones de pareja, dudas sobre el futuro... asuntos que yo ignoraba a los dieciséis años y que ahora aparecen en las canciones con extraordinaria claridad.

Ninguna canción es más representativa de esto que estoy diciendo que Ahora, que en su momento no era de mis favoritas y que ahora (valga la redundancia) me pareció muy emocionante. Quizá porque ahora yo he hecho varios viajes de esos que trajeron a otros vistiendo nuestros cuerpos, quizá porque ahora recuerdo que yo también estuve en las playas de Corfú, y que me besé en La Habana. No sé, quizá sea porque ya no escribo cartas y me duelen más las resacas, o quizá porque ahora amo a una mujer. A saber.

Sea como fuere, tengo que reconocer que me tranquilizó escuchar al final de la canción que “ahora es el momento de volver a empezar, que empiece el carnaval”.

Pues venga, que empiece.



11 comentarios:

Sara dijo...

Pues me ha gustado mucho el post. Y no sólo por la cuenta que me trae...
No volveré a meterme con Ismael, lo prometo!

El Perro Lunar dijo...

¡¡Guau!!

A esto me refería con lo de que le dierais más vida al blog. No sólo a más entradas, sino más VIDA.

Enhorabuena, joven humano, y no olvides dejarme los CDs de Ismael Serrano cuando nos veamos estas Navidades.

María Se Ríe dijo...

Me ha encantado esta entrada. Y de paso, aprovecho para manifestar cuánto odio a aquellos que, cuando hablas de Ismael Serrano, Quique González o Luis Ramiro, te sueltan lo de "CANSAUTORES". Habráse visto semejante impertinencia!

Jose Ramón dijo...

...y que siga.

Sr. A. dijo...

Reconozco que, debido a mis gustos electrónicos, sea a nivel de experimentos sonoros o sea sacando la guarra que va dentro de mi con temas de electroclash, nunca he seguido mucho el mundo de la canción acústica. Pero, y con esto me contradigo, si existe un cantautor que me parece más auténtico, fiel a si mismo y digno incluso que Ismael Serrano: Paco Ibañez.

Aún así, y asumiendo que bajo mi opinión lo que me cansa no es el estereotipo que se tiene de Ismael Serrano (estereotipo que desconocía complétamente), si no el estilo blando y, a su manera, ñoño que tiene de cantar - por otro lado, lo que yo escucho puede resultar repetitivo, abrumador y superficial, si no ruidoso -, bien es cierto que con 17 años asistí a un directo de poco público con el que era, entonces, el amor de mi vida. Amor que duró un mes; más hubiera sido contraproducente para mi salud física y mental).

La conclusión de este comentario inconexo y desvariado (consecuencias de un resfriado que aún arrastro) es que, sin ser un especial amigo del género 'cantautor-guitarrero'si le tengo cierto cariño a Ismael Serrano, debido a mis circunstancias.


Ahora bien, que se pongan de moda los quinquis de los 80 me parece absurdo y estúpido. Y lo digo yo, que vivo en Embajadores, donde unos cuantos de esos quinquis / yonkis siguen vivos. Es tan estúpido como alabar a los raperos negros de L.A.: lo siento, pero vender jaco, meterse caballo, robar coches y cantar flamenco no me parece suficiente para ser un icono de rebeldia, arte y contrasistema.



Sr. A.

Susu dijo...

Disiento, querido Sr. A. Una cosa es que estén de moda, otra cosa es alabar y otra cosa es que sean icono de rebeldía, arte y contrasistema. Y en ninguna de esas tres casillas metería yo a los quinquis de los 80 o a los raperos negros de LA. Si los quinquis cantan buen flamenco o los negros de LA hacen buen rap se podrá admirar su talento, pero su estilo de vida es otra cuestión diferente. ¿Pasamos de Jim Morrison porque se metía mucho jaco? (Jaco que, por otra parte, alguien le tenía que vender, no sé si serían raperos negros de LA o quinquis de Emabajadores). Y no sé si es bueno o malo, pero es un hecho que hacer el gilipollas con coches está contemplado en nuestra sociedad como un signo de rebeldía, ahí esta James Dean.

Sr. A. dijo...

No digo que los quinquis de los 80 sean malos o buenos por meterse jaco, si no que SOLO (en la mayoría) se metían jaco. Jim Morrison es un caso concreto de músico genial, pero... ¿debemos idolatrar a todos los músicos de los años 60 porque se metían LSD? Yo no critico a un músico concreto, yo critico que un estereotipo social, basado en quinquis / gitanos de los años 80, que no eran más que los yonkis de hoy en día, sean un icono cultural. Del mismo modo que el movimiento hippie (mucho más potente e importante a nivel social, histórico y cultural, no lo neguemos) se fue a tomar por culo a partir del 69 en gran medida porque su filosofía de amor libre se sustentó, únicamente, en las drogas. No demonizo las drogas, solo digo que se utilizan como icono (lsd en el movimiento hippie-rock de los 60, heroina en el rock-tipo lou reed de los 70, ácido en el house y electrónica de los 80, cocaina en los 90...), en vez de darnos cuenta de que lo que hizo grande un movimiento es el músico que hay detrás.

¿Wu tan clan son grandes? ¿Cormega es grande? Si, claro, pero... ¿es, por ello, idolatrable todo el movimiento rap, cuando en la mayoría de casos son músicos mediocres, resentidos contra el sistema?

Mi conclusión, que puede parecer una generalización, es precisamente lo contrario: no generalicemos, o empezaremos a convertir en obras de arte cualquier mierda. A mi me gusta el techno, la música electrónica y la cultura de club, pero el 95% de ello es basura hasta las cejas de speed que pinchan temas mediocres.


Ah, y por cierto: James Dean me parece igualmente un mal actor, encumbrado por esa manía humana de convertir en iconos a todos los que mueren jóvenes, sin distinción de su han hecho una gran obra (Mozart) o no (James Dean). Que sea algo sociálmente aceptado que el hacer el idiota (con o sin coches) y meterse muchas drogas (con o sin genialidad) son símbolos de rebeldía y genialidad, no quiere decir que sea cierto.

Cris dijo...

Ay, malditos lunares, cuánto bien (sí, bien es bien) me hacéis. Increhible pero cierto: Me he decidido hoy a cortarme el flequillo, que no el pelo; y atención: ISMAEL SERRANO sonando como remate final, mientras el tipo en cuestión, osea, el dueño de la pelu, me cobra el tan genial trato -masajes capilares incluidos-

Y antes de eso, leía el País, no matizo los artículos porque algo me dice que Riggy y colegas ya los habéis leido.

Vivan los acentos, compañeros!

Cris dijo...

Ah! Gracias. Me voy a montar una sesión de cagarse.

pd. ¿Os importa si os agrego a enlaces de mi blog en cuanto aprenda a manejarme mejor en estos mundos tan humanos?

ANA KAREN ROSAS VERA dijo...

Me encanto tu Post y aquella frase: “ahora es el momento de volver a empezar, que empiece el carnaval”. Tambien me tranquiliza y me llena de esperanza.

Anónimo dijo...

Si la verdad se acercara a vosotros...