24 diciembre 2007

Pereza

Telefónica Arena - 1 de diciembre de 2007
En efecto, el concierto fue hace casi un mes pero lo cuento ahora, qué se le va a hacer. Peor sería no contarlo. En cualquier caso, es mejor esto que lo que hace la prensa habitual, es decir, una cutre-crónica a toda prisa (a menudo repleta de errores) para que llegue a salir en el periódico de la mañana siguiente. Algún día me extenderé sobre este tema, pero ahora vamos a lo que vamos.

Hay que decir que este concierto ya había sido un éxito antes de empezar. Primera vez que Pereza se atrevían con un recinto grande, y un mes antes de la fecha ya estaban vendidas las 9.000 localidades. Ni en sus previsiones más optimistas se podían esperar eso, téngase en cuenta que las Spice Girls no lo lograron ayer. Aunque tal vez lo destacable sea que hubo gente que de hecho pagó dinero por verlas.

Actuaron como teloneros los Sidecars, y si alguien les vio que me cuente qué tal estuvieron, porque yo estaba fuera bebiendo cerveza. Les había escuchado antes por el MySpace y me habían parecido bastante malos. Luego me he enterado de que es el grupo del hermano pequeño de Leiva. La verdad es que es toda una tradición lo de los hermanos teloneros, recuerdo con pavor los tiempos de conciertos de Marea en los que antes nos tragábamos a los infumables Bathoo, porque era el grupo del hermano del Kutxi. También recuerdo la espera para ver a los Who amenizada por un grupo que había montado el hermano de Pete Townshend con el bajista de los Jam.

Lo cierto es que los primeros minutos del concierto desmontaron por completo la idea que yo traía preconcebida sobre cómo sería el show. Rubén y Leiva salieron extremadamente sobrios (en la vestimenta y la actitud me refiero, de lo otro no sé) y sin decir ni “buenas noches” se arrancaron con Mánager y a partir de ahí siguieron enchufadísimos enlazando un tema tras otro sin dar respiro. Ni que decir tiene que a mí eso me pareció fenomenal. Si se trata de conciertos, por mí cuanto más cercano al punk mejor: canciones rápidas, poca pausa, poca charla y que no decaiga.



Como banda llevaban un batería, un percusionista, Manolo Mejías al bajo (que le tengo fichado porque es el que toca con Amaral, Mikel Erentxun y supongo que con mucha gente) y César “Pop” al teclado. Éste último parece que es un tío importante en la banda por el protagonismo que tenía en escena, la verdad es que era cojonudo. Además, aparece acreditado como coautor de la música en varios temas del último disco.

A los veinte minutos o así ya Leiva empezó a soltarse un poco a hablar, sobre lo especial de la noche, lo duro del camino recorrido y lo bonito del directo que es la esencia del rock’n’roll. Hay que decir que, si bien el fondo de sus mensajes estaba de puta madre, no es que deslumbrara con su oratoria ni hiciera gala de un verbo especialmente florido. Tuvo un bonito detalle al saludar al gran Johnny Cifuentes, recordando que en ese mismo pabellón sus Burning habían teloneado a Frank Zappa en el ’88.

Desgraciadamente, no era un público como para apreciar esas exquisiteces. El nivel de pijismo en el ambiente estaba muy por encima de los límites recomendados para la salud, con abrumadora mayoría de niñas que probablemente lleven las fotos de Pereza en la carpeta junto a las del Canto del Loco. Al comienzo de Beatles, Rubén y Leiva interpretaron parte de Nowhere Man ante el más gélido silencio. Cuando finalizaron otro tema con You can’t always get what you want (inmejorable para ser coreado por multitudes) me vi solo dando voces ante el asombro de los que me rodeaban.




El mismo entusiasmo despertaron los fragmentos del Mueve tus caderas de Burning o el Sí, sí de Los Ronaldos que se colaban de vez en cuando. Si alguna de las mozuelas que se mantenían estáticas ante semejante temazo hubieran prestado atención, es probable que se hubieran escandalizado con la letra que en su momento puso en pie de guerra a todas las organizaciones feministas de España. Un poco más de entusiasmo provocó Ama, ama, ama y ensancha el alma, que Leiva aprovechó para homenajear al “gran poeta Roberto Iniesta”. No eligió el mejor ejemplo, porque si bien Robe es un poeta, esa letra la firmó Manolillo Chinato.

La historia seguía adelante con una sorprendente ecuanimidad entre los diversos discos del grupo, en lugar de centrarse en el último que es lo que yo me esperaba. Daba un poco igual, porque tienen multitud de estribillos triunfadores y aquello estaba muy animado. Por las pantallas de atrás surgían de vez en cuando vídeos rollo años 20, de combates de boxeo, carreras de coches y clips eróticos de la época. En una decisión de gusto más que cuestionable, ese pedazo de canción que es Por mi tripa (la de la coca) se vio acompañada por imágenes de Maradona, para el que se pidió un aplauso. Era el vídeo ese famoso que sale dando toques mientras suena Life is life, lo menciono sólo porque siempre me ha fascinado la letra de esa canción. “La vida es la vida, lala lalalá”. Ole.



Antes de retirarse para los bises, se remató el asunto con Madrid (con el lógico entusiasmo local), Todo y Princesas, lo que provocó gran delirio en las hordas de fans entregadas. Regresaron, y ahí por fin hicieron gala de la actitud que yo me había esperado desde el principio. Luciendo chaleco, gafas de sol, pañuelos y bisutería variada, la última media hora fue un despliegue de poses y gamberradas varias como echarse agua por encima unos a otros. A mí me jodió un poco porque en todo ese tiempo sonaron en total tres canciones, alargadas hasta la extenuación, intercaladas con largas presentaciones de los miembros de la banda, monólogos y riffs de My Sharona o Smoke on the water. Cerraron con Pienso en aquella tarde, en la cual desplegaron todo su potencial rockero dándolo todo con las guitarras, lo cual para mí compensó un poco todas las payasadas anteriores.

En resumen, que estuvo bien, pero lo mejor fue el arranque y no las divagaciones del final. Eso sí, demostraron que, cuando quieren, son un grupo de rock’n’roll de lo mejorcito que hay por aquí. Ojalá lo quisieran más y obviaran sus temas más cursis en favor de las que se quedaron en el tintero del último disco. Con un público mejor y en una sala más pequeña, ya sería la ostia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jijiji, yo también estaba. Y la verdad es que no me di cuenta de muchas cosas de las que cuentas pero lo disfruté mucho. Y coincido en que a mí también me hubiera gustado oír más de "Aproximaciones" y menos lentas antiguas. Aun así, moló mucho.
:)

Anónimo dijo...

A mi el concierto me moló de principio a fin.
Y eso que dices de las pijas...mala suerte por ellas, pero me alegra darme cuenta de que para disfrutar a pereza del todo hay que entender algo de música.