Auténtico desconcierto el vivido ayer en la Sala Sol. Fijaos si sería esperpéntico que lo estoy contando cuando sólo han pasado 24 horas, en lugar de los 24 días habituales que tardan en salir mis crónicas.
Resulta que a lo largo del mes de enero, El Sol ha estado celebrando su trigésimo aniversario, lo cual es una buenísima noticia. Tanto el aniversario en sí como la celebración, y más aún en estos tiempos en que los garitos madrileños de música caen como si fueran entidades financieras. Los fastos consistían en una serie de conciertos de lo más variados, con el denominador común del exquisito buen gusto mostrado por el programador. Glorias rockeras como Siniestro Total, Sex Museum, Los Ilegales e incluso Hugh Cornwell teloneado por Loquillo; junto al revival de míticos conjuntos pop como Los Negativos o Australian Blonde, además de La Habitación Roja, Josh Rouse y alguno más. Desgraciadamente no pude asistir a ninguno (y me habría gustado ir a más de uno) debido a compromisos académicos, porque a pesar de ser un perro y vivir en la luna, hago exámenes como todo el mundo. Como penúltimo plato aparecía algo llamado The Chain Gang que, se nos informaba, era un grupo creado para la ocasión por miembros de The Right Ons, The Bellrays y Diamond Dogs, además de la voz de Glen Anthony Henry. Todos ellos iban a interpretar canciones de Sam Cooke, así que me abstuve de comentárselo a Susu por el dolor que le iba a causar perdérselo al estar fuera de Madrid. Por cierto que el lector avispado habrá observado que en la retahíla de nombres dispersos por este párrafo hay varios que fueron mencionados en nuestros recientes Especiales de Año Nuevo.
Sin embargo, el broche final estaba anunciado con el enigmático nombre de CSN&Y del indie español y en ningún momento se especificaba quiénes iban a ser esos misteriosos sujetos. No obstante, animado por el excelente cartel de los días pasados y por el hecho de estar disponible por una vez, decidí comprar entradas. Supuse que siendo el concierto de clausura, tendría que ser algo bueno y especial, sobre todo porque no sería lógico mantener en secreto a los artistas para que luego fueran cuatro colegas de barrio llamados Panete & the Martins. De la misma manera que un fanático de las series extranjeras lucha por evitar los temidos spoilers, yo hice promesa de intentar no enterarme quiénes formarían el cuarteto, para que fuera más emocionante el momento de verles salir al escenario. Vana esperanza. Pocos días antes del evento, numerosos medios anunciaban la alineación titular: Jota (Los Planetas), Nacho Vegas, Abel Hernández (Migala, El Hijo) y Juan Santaner (Vancouvers, Jet Lag). No os voy a engañar, los dos últimos no tenía ni idea de quiénes eran. Ignoro si lo destapar la sorpresa se produjo por filtraciones o porque las entradas no se estaban vendiendo.
En cualquier caso quedaba claro que lo de CSN&Y era una forma graciosa de bautizarse como “supergrupo”, pero la comparación no podía ir más allá ya que con Nacho Vegas y Jota en el escenario se pueden esperar muchas cosas, pero armonías vocales como que no. Lo más adecuado atendiendo a las iniciales hubiera sido “J y los VHS” o algo así. La verdad es que quedé un poco decepcionado, porque como ya he dicho, dos no me decían nada y a Nacho Vegas le iba a ver en concierto dos días después. (De hecho puede que lo esté haciendo mientras lees estas líneas). Pero bueno, la entrada ya estaba pagada y ver a Jota y Nacho Vegas juntos en escena podía merecer la pena como curiosidad, si bien ninguno destaca por ser un showman precisamente.
Con ese espíritu me presenté en la sala para llevarme la primera en la frente: un cartel anunciaba que Jota no actuaría por enfermedad. Bajonazo. A modo de indicación innecesariamente exhaustiva, se especificaba a continuación que los otros tres sí saldrían a tocar. Joder, sólo faltaba. Nunca sabremos qué terribles problemas de salud atormentaban al granadino con nombre de letra, porque Nacho Vegas se limitó a señalar que Jota “es un poco hipocondríaco y un poco maricón para estas cosas”. Así las cosas, nos quedábamos sólo con la cinta VHS, y os aseguro que lo proyectado no deslumbró a nadie. Por lo visto sólo habían ensayado juntos un par de tardes, y es de suponer que la ausencia de uno de los miembros recortó aún más el presumiblemente exiguo repertorio. Así que digámoslo ya: quince euros por once canciones en tres cuartos de hora no es una estafa total pero ahí le anda.
Básicamente la cosa consistió en que Vegas y Hernández se alternaban para cantar canciones en las que los dos guitarristas restantes hacían algún coro suelto de vez en cuando y llevaban el ritmo. Además, la desnudez del formato y la poca convicción vocal de los implicados provocaron que del público emergiera un continuo murmullo bastante molesto. Los músicos parecían estar ensayando en su salón más que en un concierto (supuestamente “especial”) y sólo hubo atención total cuando Vegas atacó sus composiciones propias Que te vaya bien Miss Carrusel (que sin banda sonó bastante desangelada) y Detener el tiempo. Destaco lo de las “composiciones propias” porque se suponía que la gracia del concierto era que la mayoría eran versiones. Sonaron algunas castellanizadas como La canción del extranjero (versión de Leonard Cohen que grabó Vegas en un EP), Milk and honey de Jackson C. Frank (en este caso, “leche y miel”), una de Lee Hazlewood, y Cielo del norte (versión que hicieron Los Planetas del Northern sky de Nick Drake). Esta última fue la que cerró la noche, lógicamente debería haberla cantado Jota pero se tuvo que ocupar Vegas, que tenía pinta de querer largarse ya de allí.
Además, hubo una del recientemente fallecido cantautor Mikel Laboa en la que se alternaron para cantar, que aprenderse el euskera fonéticamente es muy difícil. Santaner por su parte, sólo se acercó al micro una vez para cantar The needle and the damage done, supongo que para justificar un poco lo de que era Neil Young. Todo muy soso y sin mucho interés. No creo que nadie les hubiera puesto una pistola en la cabeza para montar ese concierto, así que no consigo entender por qué las caras largas y el nulo entusiasmo. Lo único que me gustó fue descubrir una bonita canción del tal Abel llamada Los reyes que te traigo y que sí que cantó como si se la creyera.
Escaso botín para lo que muchos pronosticaban como una noche memorable y que sólo recordaré como uno de los conciertos más cutres a los que he ido en mi vida.
3 comentarios:
Yo estuve a punto de ir a ver a Los Negativos y a Los Imposibles, pero me fue eso... imposible...
Ten cuidado con estas críticas, que a la mínima de cambio te escribe Nacho Vegas cagándose en tus m... por osar injuriarlo...
País de pandereta...
Aunque ya no creo que nadie lea esto, hoy he averiguado que debo hacer una corrección. En este post escribí:
"Vegas atacó sus composiciones propias Que te vaya bien Miss Carrusel (que sin banda sonó bastante desangelada) y Detener el tiempo. Destaco lo de las “composiciones propias” porque se suponía que la gracia del concierto era que la mayoría eran versiones."
Bueno, pues resulta que la primera también es una versión, la original se llama "Fare thee well, Miss Carousel" y es de Townes Van Zandt. Aquí se puede escuchar: http://www.youtube.com/watch?v=2rtNH9ZuTPA
Dicho queda.
Yo sí lo he leído. Gracias. Nacho Vegas y J, dos grandes artistas y dos grandes soseras.
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