Hoy la primavera ha dado su primer aviso en Madrid. Aunque sólo haya sido por un día, el invierno ha aparcado sus temporales, lluvias y caras largas y ha sacado a pasear las nubes juguetonas y las sonrisas, que surcaban un cielo azul brillante como la portada del álbum "Into the Music" de Van Morrison. Uno no se libraba de algunos vientos bravucones medio extraviados que acechaban tras las esquinas de los edificios en sombra, pero sabía que unos pasos más adelante se iba a encontrar con "la parte iluminada de la calle" y entonces el sol lo inundaría y le llenaría de optimismo la mirada para el resto del día. Algo parecido ocurre con el disco "Into the Music", que empieza con The bright side of the road y te va llevando por el camino "brillante y claro" de los Troubadours, un camino que con sólo cincuenta minutos de música puede llenarte los pasos de alegría por todo el día, la semana..., depende del oído con que lo escuches.
Yo no conocía a Van Morrison hasta hace no muchos meses cuando Riggy me prestó "Astral Weeks" que escuché y me gustó. Pero he de reconocer que, en su momento, dejé al bueno de Van aparcado en ese lóbulo de mi cerebro al que van los discos que me han gustado pero que no han acabado de llegarme, (sí, tengo un lóbulo sólo para eso). Hasta la semana pasada, en la que el gran emisario lunar Nate me regaló "Into the music". No podía haber sido un regalo más oportuno. Esta mañana, caminando por las calles de la Ciudad Universitaria, todas las conversaciones giraban alrededor de si las preguntas que estaban mal restaban puntos, si todavía no hemos entregado el trabajo o de cuántas has dejado sin responder. Sorprendentemente nadie parecía mirar al cielo ni darse cuenta del mensaje que nos mandaba el sol: "ve al jardín y simplemente mira las flores, podemos sentarnos y hablar durante horas y horas". Bueno, puede que fuera porque yo era el único que iba escuchando Stepping out queen y puede que el mensaje no lo mandara el sol, sino Van Morrison, pero a mí me lo parecía.
Como decía, no soy un gran experto en Van Morrison, (todo lo que conozco de él es una actuación breve pero impactante en "The Last Waltz"), así que voy a dejar de lado parrafadas pedantes sobre la sutil frontera entre el folk, el pop y el soul en su música, o sobre la abundante, y casi perfecta, instrumentación que utiliza, y me voy a quedar con lo importante: las canciones. Me quedo con que "Into the music" está lleno, como diría Riggy, de música para escuchar mientras el viento te da en la cara por la mañana, y más que viento, vendaval, todo un Full force gale de optimismo que te anima a buscar en cada paso el inesperado rayo de sol tras la esquina; que te hace olvidar tus pesadumbres porque The healing has begun y te anima a gritar You make me feel so free; libre para levantar la vista del suelo, escuchar los mensajes del sol y ser tú el que decide hacia dónde se dirige tu camino.
Yo no conocía a Van Morrison hasta hace no muchos meses cuando Riggy me prestó "Astral Weeks" que escuché y me gustó. Pero he de reconocer que, en su momento, dejé al bueno de Van aparcado en ese lóbulo de mi cerebro al que van los discos que me han gustado pero que no han acabado de llegarme, (sí, tengo un lóbulo sólo para eso). Hasta la semana pasada, en la que el gran emisario lunar Nate me regaló "Into the music". No podía haber sido un regalo más oportuno. Esta mañana, caminando por las calles de la Ciudad Universitaria, todas las conversaciones giraban alrededor de si las preguntas que estaban mal restaban puntos, si todavía no hemos entregado el trabajo o de cuántas has dejado sin responder. Sorprendentemente nadie parecía mirar al cielo ni darse cuenta del mensaje que nos mandaba el sol: "ve al jardín y simplemente mira las flores, podemos sentarnos y hablar durante horas y horas". Bueno, puede que fuera porque yo era el único que iba escuchando Stepping out queen y puede que el mensaje no lo mandara el sol, sino Van Morrison, pero a mí me lo parecía.
Como decía, no soy un gran experto en Van Morrison, (todo lo que conozco de él es una actuación breve pero impactante en "The Last Waltz"), así que voy a dejar de lado parrafadas pedantes sobre la sutil frontera entre el folk, el pop y el soul en su música, o sobre la abundante, y casi perfecta, instrumentación que utiliza, y me voy a quedar con lo importante: las canciones. Me quedo con que "Into the music" está lleno, como diría Riggy, de música para escuchar mientras el viento te da en la cara por la mañana, y más que viento, vendaval, todo un Full force gale de optimismo que te anima a buscar en cada paso el inesperado rayo de sol tras la esquina; que te hace olvidar tus pesadumbres porque The healing has begun y te anima a gritar You make me feel so free; libre para levantar la vista del suelo, escuchar los mensajes del sol y ser tú el que decide hacia dónde se dirige tu camino.
1 comentario:
Qué decir... Me ha encantado lo que has escrito, y además me siento totalmente identificado porque yo de Van Morrison ni papa. Pero me han entrado unas ganas terribles de escucharlo, Susu. Gracias.
Publicar un comentario