17 octubre 2009

XV Festival Internacional de Benicasim (día 2)

16 de julio de 2009. Jueves.

Bailando en Castellón,
mucho polvo y rock'n'roll.

(Los Rebeldes)


No, los Rebeldes no fueron al Fib, pero anda que no hubiera molado. El caso es que en el primer día de conciertos del festival castellonense se bailó mucho, aunque no precisamente rock’n’roll, que ya se sabe que no está de moda. Para los que se acaban de incorporar a la retransmisión, recuerdo que la crónica de nuestro primer día en Benicasim está aquí, y si alguien se pregunta cómo podemos dejar pasar dos meses antes de continuar con la historia de algo que pasó hace tres sin justificarnos siquiera, es que no nos conoce bien.

Así que nos levantamos el jueves por la mañana como se levanta uno en el Fib: con una temperatura dentro de la tienda más propia de unos altos hornos vizcaínos que de un habitáculo supuestamente pensado para el descanso humano. Oh, calor del infierno que nos obligas a salir boqueando hacia el exterior a las diez de la mañana, ¿que sería el Fib sin ti? Pues un lugar más cómodo, la verdad. El problema del calor mañanero no es tanto que te obligue a levantarte antes de lo que te gustaría, sino que te impide descansar las horas que tu cuerpo necesita y tu aguante nocturno disminuye según pasan los días hasta que el domingo a duras penas consigues arrastrarte de un lado a otro con desgana y te acabas yendo a dormir a las once de la noche, “que mañana hay que conducir”.

Pues bien, este año este problema fue solucionado con maestría, y justo es decir que todo el mérito le corresponde a Sara, que con una determinación propia del Dr. Livingstone encontró un parquecillo que nos procuró muchas horas de revitalizante reposo. Así pues, día tras día, mientras el sol se alzaba y miles de fibers salían de sus tiendas en estado semicomatoso para deambular como zombies hacia el stand que vende zumo de naranja a 6 euros el vaso; mientras eso ocurría digo, nosotros nos armábamos con una toalla, una almohada y un pulverizador de agua (gracias, bazar Hong Kong) y recorríamos el camino al parque durante quince eternos minutos. Semejante travesía del desierto merecía la pena al llegar a una pequeña extensión de hierba mullida a la sombra, donde dormíamos bien a gusto hasta las tres de la tarde si era necesario. Ése y no otro ha sido el principal factor para que este año haya disfrutado el festival más que en ediciones anteriores.

Además el parquecillo era un buen lugar para pasar el rato aun sin dormir, ya que allí cerca habían instalado su campamento un nutrido grupo de perroflautas. El perro, por cierto, era enorme, no me extrañaría que fuese el misterioso perro-leona que fue abatido a tiros la semana pasada. Lo entretenido del tema era ver como uno o varios de ellos se colocaban en un banco y ofrecían discretamente todo tipo de sustancias a los guiris que subían de la playa. A poco que uno observara, era fácil ver la cadena de trabajo que habían organizado para traer las drogas desde un depósito que tenían en lo alto de un árbol. Después de realizarse la transacción, yo veía alejarse a los guiris de veinte años con su mercancía, veía a los camellos comentando la jugada y me daba la impresión de que el delito de tráfico de drogas era bastante pequeño al lado del brutal delito de estafa que tenía pinta de haberse perpetrado ante nuestros ojos.

Hay que decir que el despliegue policial en las inmediaciones del cámping para acabar con estas actividades había aumentado notablemente, por eso los traficantes tenían que irse más lejos (y aún así tenían una patrulla a cien metros como mucho). Se vivieron momentos tensos cuando apareció un argentino en un estado de ebriedad que rebasaba todo límite cantando a voz en grito una tonadilla cuyo inolvidable estribillo decía: “Contra el problema de la resaca / me mantengo en la joda borracho / hasta las seis de la mañana”. Ignoro si así evitaba el problema de la resaca pero se ganaba otros, y es que estaba atrayendo mucha atención, con lo que se le acercó el camello para explicarle que si venía la policía por allí, iban a pasar algunas cosas desagradables. No recuerdo las palabras exactas pero el argentino bien que se calló.

Por la tarde fuimos a algunos conciertos, así que llegados a este punto podemos hablar un poco de música.

Curiosamente, para mí el jueves fue un día dedicado íntegramente a los grupos nacionales. Y es que este año había más que nunca, llamadlo promoción de la música patria, llamadlo ahorrar en tiempos de crisis. Eso es algo de lo que no se ha enterado Vince Power, jefe de Maraworld y por tanto organizador del Fib. Este hombre afirma con alegría que las bandas británicas y americanas son las que mueven el cotarro (hasta aquí bien) y, atención, que bueno, sí, “tenemos una o dos bandas españolas en Benicasim, pero no interesan ni a los españoles”. Casi acierta el señor Power, en realidad había veinte y a tres de ellas las vi yo el jueves así que vamos con ello de una vez.





Arrancan los festejos


Con ilusión y energía bajamos a la zona de conciertos para descubrir con agrado que el escenario mediano había pasado a ser descubierto, lo cual aumentaba notablemente el aforo y la visibilidad. Nótese que somos incapaces de memorizar los nombres comerciales de los escenarios (salvo el Verde, ése es fácil), así que nos referiremos a ellos como “el mediano” y “el pequeño”.


Abrimos fuego con los madrileños No Reply y la verdad es que no pudimos empezar con mejor pie, aunque apenas los conocíamos. Se trata de una banda compuesta por nueve jóvenes músicos que se entregan con toda su alma a géneros como el swing, el ska, el jazz o el reggae y que montaron un fiestón importante. Elegantemente encorbatados, disfrutaron en el escenario y nos hicieron bailar a todos sin pausa durante un concierto que se hizo corto, con un líder cantante y trompetista que no daba descanso y con una sección de metales que no dejaba de bailar y gesticular teatralmente. No se esforzaron en disimular que era una ocasión para ellos de darse a conocer, ya que en repetidas ocasiones nos recordaron el nombre de la banda e incluso nos dieron la dirección de su web en inglés y en castellano. Así pues, y ya que lo merecen, nos unimos a la labor de promoción: escuchad a No Reply e id a sus conciertos, que os lo vais a pasar en grande. Tal fue el desenfreno que, aunque acabábamos de bajar, tuvimos que volver a subir a cambiarnos de camiseta, empapados en sudor como estábamos.

A los hippies también les gusta el ska


A las once de la noche se servía el plato fuerte de la velada, ese grupo que nadie quería perderse y que ya no existe: Oasis. Dicen que los celebérrimos hermanos cumplieron, que tocaron las canciones que todos querían oír (ésas que escribieron hace quince años), que no molestaron mucho con los temas recientes, que estaba tan petado que la gente trepó a la torre de sonido con entusiasmo suicida, que Liam llevaba una parka empapada en sudor con la que debió perder diez kilos, que el mismo Liam se largó a mitad de Wonderwall, y que Liam (¿quién si no?) declaró al día siguiente que el concierto había sido “una pérdida de tiempo” porque se oía como el culo. El lector atento habrá notado que yo no estuve allí. Y no porque tenga nada en contra de Oasis (como ya he dicho, me gustan las que nos gustan a todos) sino porque su actuación coincidía con la de un grupo del que tengo más discos y me prometía un mejor espectáculo: Fangoria. Huelga decir que esta elección contracorriente no fue secundada por ninguno de mis diez compañeros y fui solo.

Liam en su postura habitual de arrestado


No me arrepiento de mi decisión, y es que tenía buenos argumentos para proceder así, ya que en el 2007, el dúo ofreció un conciertaco en el escenario Verde a las tres de la mañana que fue de lo mejorcito que haya firmado un grupo español en el Fib. Yo estaba allí y sé lo que digo. No obstante, en un gesto ruin, la organización los había condenado este año al escenario mediano a la misma hora que las estrellas de la noche. Total, que salió Fangoria a un escenario en el que se habían montado unas construcciones de ladrillos plateados para actuar ante un pequeño pero entusiasta público al que se agradeció la presencia, teniendo en cuenta que coincidía con “las Gallagher, a las que iremos a ver corriendo en cuanto acabemos de tocar”. Como de costumbre, Nacho Canut permaneció hierático en lo alto de su atalaya y Alaska demostró que le sobra presencia escénica pese a no saber cantar ni bailar. Para darle un poco de movimiento a la cosa había dos bailarines con coreografías muy trabajadas que a mí me parecieron buenísimos. Cuando en mitad del fragor danzarín los dos tíos se comieron la boca hubo un estallido de júbilo en la audiencia. Tampoco fue pequeño el entusiasmo cuando un cañón de confeti empezó a funcionar a toda potencia mientras coreábamos lo de “¡confeti, traca y megatrón!”. Megatrón no hubo.

No hubo respuesta a las peticiones de que se sacara la mamella


En cuanto al repertorio, comenzó con temas de su último disco y fue acabando con esos temazos que todos esperábamos y que no decepcionaron a nadie: Miro la vida pasar, No sé qué me das, Retorciendo palabras… por cierto que durante esta última, Alaska demostró haber trabajado el numerito de atarse con los bailarines, porque meses atrás lo hizo en el Palacio de los Deportes y se comió el escenario, pero no en el buen sentido. Para finalizar, Olvido Gara nos comunicó que, a pesar de que no les gusta vivir en el pasado (lo que les honra, porque tienen un bagaje de clásicos que ya lo quisieran muchos), habían cedido a la petición de los hermanos Morán de interpretar una canción antigua, para a continuación lanzarse con Ni tú ni nadie, haciendo que mil campanas sonaran en nuestros corazones. Desgraciadamente, el punto final lo pusieron ese chiste sin gracia que son las Nancys Rubias, cuya mayor contribución a la historia del rock hasta el momento es que una se tiró por el Viaducto. Mario Vaquerizo cantó algo que entendí y se fue, demostrando que a falta de talento, se mueve con tremenda elegancia calzando tacones de aguja.

Y ya para cerrar la noche (y esta crónica, que se está alargando más de la cuenta), fuimos al Verde a ver a los bilbaínos We Are Standard, que antes se llamaban Standard a secas, pero que se cambiaron el nombre porque era una tortura encontrarlos en internet. Según Wikipedia, estos tíos hacen “punk-funk / dance-rock”, vamos, que sólo les falta un toque country. Yo sólo sé que tienen dos baterías, que meten mucha caña y que te hacen bailar. Son un grupo más que adecuado para una madrugada festivalera y congregaron a mucho público. También tiraron confeti, por cierto, unos pequeños cohetes con los colores de la ikurriña. La verdad es que es un recurso manido pero eficaz (lo del confeti digo, no el nacionalismo). En fin, que ahí estuvimos dándolo todo, aunque me quedó claro que su segundo disco carece de jitazos como On the floor o Txusma Remix, que fueron los puntos fuertes. Sí, “jitazos” se escribe así, qué pasa. Ah, a pesar de que cantan en inglés se permitieron un toque hispano con su particular versión del Ritmo de la noche.

Ritmooooooo, ritmo de la nocheeeeeeeee



Y poco más, bailamos un poco en la carpa pop y nos retiramos satisfechos con la primera jornada, conscientes de que sólo había sido el aperitivo…





Fotos de artistas: Archivo FIB / François Ollivier, Óscar L. Tejada

Fotos de gente: Robadas del Facebook sin pedir permiso.

6 comentarios:

Sara dijo...

Ahhh! Qué recuerdos! La verdad es que lo pasamos bien, a pesar del cabreo que me pillé con Oasis...

Se agradece que recuerdes mi aportación a la comodidad fibera ;)

Besos!

Jose Ramón dijo...

Sara, siempre habil.

Rubén D. Caviedes dijo...

Qué envidia me da. Siempre quise ir al FIB, pero la diabetes, la sociopatía y las pocas ganas de comer tierra me lo impiden. Pero le juro a usted por mis ninios que con el incentivo que suponen sus crónicas, el próximo año vóimelo a pensar.

Lo de los perroflautas vendiendo drogaína y lo del argentino que iba como las Grecas me ha encantado. Conocí uno parecido en la calle Ibiza de Madrid que me ofrecía todo tipo de sustancias ilegales y objetos de fantasía cada vez que pasaba por allí. Colega, tengo pirulas, me decía. ¿Pirulas? ¿Por qué hablas como un camello que apareciese intentando venderle dgogas a Chechu en 'Médico de Familia'?, respondíale yo.

Admiro su valentía, firmeza de caracter y dos cojones al pasar de Oasis para ir a ver a Alaska. Qué subversión. Yo no sé hasta qué punta obraría como usted, a mí el qué dirán me coarta bastante más que lo le coarta a usted -visto lo visto-, pero ole y ole la gente con duende y con arte. Dicho lo cual, siempre he pensado que la inmortal Olvido comparte con Lola Flores aquello que un crítico dijo de la Faraona en los comienzos de su carrera artística -la de ella-, allá por el Pleistoceno: 'No canta. No baila. Pero no se la pierda'. Y por cierto, enhorabuena por lo de 'las Nancys Rubias, cuya mayor contribución a la historia del rock hasta el momento es que una se tiró por el Viaducto'. Ha estado usted colosal ahí.

Muy agradecido, como le comentaba en mi post, que nos incluya en su blogroll. A ver si el suyo funciona, porque el nuestro parece últimamente un puesto de castañas.

Un abrazo y disfrute usted de las exquisiteces de la vida parisién. En esto si que nos da envidia, jodido.

Cris dijo...

Me hubiese encantado coincidir con vosotros en el FIB! concierto de Alaska incluido.


Saludos al perruno Lunar y a sus amigos los humanos.

pd. Me ha encantado la entrada de Let's get lost, por cierto.

Cris dijo...

- Cristina ¿tú crees que existe vida, pero vida inteligente en otros planetas?- me pregunta esta mañana una compañera de clase, muy seria ella.

- En otros planetas, no lo sé, pero en el Cráter Vitruvius vive el perro lunar- le he contestado yo (muy seria también)

A juzgar por su cara, creo que se ha sentido ofendida y me ha tomado por loca. Cómo somos los humanos...

wini two dijo...

susu!!

yo estoy totalmente de acuerdo con lo que opinas del sonido griffi...
el que lo escribió es mi empleado: el hijo muerto.

vidalogia ha sido el disco mejor parido del hiphop en españa, y punto!!!
dxP


un abrazo!!