¡¡¡Guerra de festivales!!!
Qué os voy a contar al respecto que no hayáis leído ya en infinidad de publicaciones de todo tipo. Eventos que brotan como setas en todos los rincones de la Península, polémicas declaraciones de promotoras, foros echando humo, cachés de los artistas por las nubes, saturación del mercado, competencia feroz, coincidencia de fechas, contraprogramación, y un público confuso y abrumado ante este pandemónium de sangre, sudor y música.
En una primera valoración global, mi duda, como la de muchos otros sufridos festivaleros de la nación, era hacia qué lado encaminar mis pasos en la ya famosa encrucijada FIB - Summercase. Lo cual no quita que me hubiera gustado asistir también al Sonorama (me coincidía con un viaje) y ver a algunos grupos que fueron a Rock in Rio o al Bilbao Live, pero no se puede tener todo. Y no sólo es que no se pueda tener todo, es que ya no se puede tener casi nada, porque como es sabido, este año el Summercase cambiaba sus fechas y coincidía con el FIB. Ahí, en plan aspirante gallito desafiando al campeón. El veterano castellonense, por su parte, decidió apelar a aquella máxima de que la mejor defensa es un buen ataque y programó en Madrid un conciertaco de siete artistas con Morrissey al frente, con la intención de evitar que aquellos fibers que hubieran tenido que quedarse en la capital sucumbieran a la tentación de subirse al Summercase. Este fiestón deja como balance favorable el ingenioso nombre de Saturday Night Fiber, y en su contra que parece ser que al final los patrocinadores casi regalaban las entradas porque la venta iba flojita, flojita.
Volviendo a nuestro cruce de caminos, yo me sigo considerando fiber de corazón después de haber asistido a las dos últimas ediciones, pero la mayoría de mis compañeros de festivales pensaban que el cartel de este año no era merecedor de cinco días pasando calor, sueño y hambre en el cámping. Parecía imponerse un perfil más cómodo y urbano. Sin embargo, ay, estas condiciones no son reunidas en puridad por el Summercase en su edición madrileña. Por mucho que intenten venderlo como un festival que se celebra simultáneamente en Barcelona y en Madrid, lo cierto es que celebra en Barcelona y en Boadilla del Monte, en un pedregal lleno de polvo y teniendo que bajarte de la sierra a la ciudad a altas horas de la madrugada. Todo esto que acabo de contar se explica de manera sucinta e hilarante en este fantástico vídeo protagonizado por los Sex Pistols y Siouxsie.
Tuvimos que llegar bien prontito, porque los simpáticos muchachos de We are scientists estaban programados a las seis de la tarde, y como es lógico, nos perdimos la mitad. Esta es una norma festivalera que no admite excepciones: cuando te hagas tu plan de conciertos ya debes asumir que al primero vas a llegar tarde. Además por supuesto de que te vas a perder conciertos que querías ver, algo que ocurre por razones diversas. En cualquier caso, los We are scientists bien, al menos la segunda mitad de su show. En realidad son un poco como los tres amigos geeks que hace Homer cuando va a la universidad, de rockeros no tienen nada, pero tienen buenas canciones, son graciosos, se lo curran y caen simpáticos. Claro que por llegar tarde me perdí mi favorita: Nobody move, nobody get hurt.
Lo que yo os diga
Grande de la música
No es lo mismo, pero sigue molando
A partir de ahí para mí el festival ya estaba amortizado, aunque pensaba que cualquier otra cosa me iba a saber a poco. Pasé totalmente de Interpol (serán la ostia y muy post-punk y todo eso pero a mí me aburren) y lo pasé bien con Mäximo Park. Su anfetamínico líder Paul Smith me parece un tío muy divertido con su aspecto de maníaco, su bombín y sus pantalones petadísimos. Además, con sus canciones te mueves y ¡sorpresa! con el segundo disco no han bajado el nivel como el resto de grupos de su "quinta". Apply some pressure era y es un misil, pero Our velocity, By the monument y sobre todo, Books from boxes, no se quedan atrás. La gente en general debe pensar lo mismo porque lo daban todo y la tensión de las canciones del grupo se mantuvo arriba durante todo el concierto. Al acabar, las opciones ya eran ver a The Verve o a desconocidos como Cornelius, de quien el programa afirmaba que "convierte el sonido shibuya en downtempo urbano, a medio camino entre un jazz-pop obsesionado con la geometría y un micro-house sediento de sentido del humor". No sé quién escribe esas cosas pero ha conseguido superar al célebre Aldo Linares del FIB, y eso que el listón estaba alto.
De The Verve poco que decir, me resultan tan cansinos como Oasis pero con menos gracia. Tampoco entiendo bien por qué siguen existiendo, se disolvieron cuando tenían éxito, Richard Ashcroft se pensó que iba a comerse el mundo en solitario y se comió el suelo de la ostia que se dio. Es un poco la versión británica de lo que presiento/deseo que pase con La Oreja de Van Gogh. En cualquier caso las razones para la reunión se me escapan a menos que necesiten pasta, porque el nuevo disco ha sido acogido con la misma frialdad con la que vi yo el concierto, por mucho que Bittersweet symphony mole y tal, quizá porque es un medio robo a los Stones. Al final el pesao éste con las gafas de sol no paraba de hacer el signo de la paz con los dedos y decía que peace in the world forever and ever and ever and ever o algo así. Me pareció un poco triste. Aunque más triste fue que poco después me empecé a encontrar mal por causas diversas y aunque me repuse a la media hora, me perdí a Primal Scream, si bien llegué a tiempo de bailar Country girl.
De ahí hasta la hora de cierre estuvimos bailando en las carpas de los Dj's, y aún tuvimos tiempo de ponerle el broche de oro a la velada cuando avistamos a Bobby Gillespie (líder de Primal Scream) de charla con...¡el barbudo de Grinderman! Naturalmente fuimos a saludar a nuestro ídolo y a fotografiarnos con él, y aunque Gillespie (considerablemente más conocido) también se puso en la foto, estaba claro quién era el foco de nuestra admiración.
4 comentarios:
Muy bien que hayáis vuelto a actualizar, me alegra veros. Este post me ha gustado mucho, salvo la blasfemia con Oasis, espero que cuando salga su disco nuevo ahora en otoño os lavéis la boca (pasé la adolescencia escuchándolos, entendedme).
Por lo demás, una excelente crónica (¡qué envidia!), esperaré la segunda parte.
Este año he pasado de festivales y (casi) no me arrepiento de ello: la guerra de los festivales me parece una tomadura de pelo, que cobren una pasta por la entrada a un concierto de una hora con un mal sonido. Estuve en el FIB en 2002 y en el Summer el año pasado, y joder, aunque el FIB sea la leche me perdí tropecientos grupos, entre ellos a DJ Shadow, con quien saldé deudas en Boadilla, jeje (aunque para conciertos, !!!, LCD Soundsystem y mi amada PJ Harvey, qué portento de mujer).
Primal Scream es uno de mis pendientes (me los perdí en el FIB de aquel año), junto con... no me quedan muchos, quizá Animal Collective y gentuza que apenas se pasa por España, como Grizzly Bear, Midlake o el hijo de perra de Tom Waits.
Pero lo de The Verve... vale que a veces son un coñazo, se ponen demasiado densos y psicodélicos, pero es que Oasis me caen tan mal...
Saludos.
no mentar a Gaicelona me parece como ir a por setas y dejarte el cesto
Llevo casi un mes queriendo leer vuestros últimos posts. Como el trabajo me desborda y los fines de semana intento no encender el ordenador... pues eso, que hasta ahora no he podido hacerlo. :-(
Me ha encantado la entrada (además de contar las cosas muy bien, siempre acertáis con los links). ¡Genial vuestra foto con el de Primal Scream!
Yo soy más de festivales chiquitines (el ContemPOPránea y poco más)... Pero... desde luego, un Summercase o un FIB tienen que ser toda una experiencia.
Algún día, cuando las vacaciones me den para más, me pondré una venda en el tobillo (¡gracias por el tip!) y viviré a los Grandes como es debido. ;-)
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